sábado, 6 de agosto de 2011

Sin título

Había hecho cosas. Cosas que le hacían sentir que cabía más aire en su pecho que al común de los mortales. Cosas que nadie debería sentirse orgullo de haber hecho. Pero igual sentía como se estiraban sus labios en una sonrisa. Caminaba a grandes pasos y sonreía.

lunes, 1 de agosto de 2011

Ale (II)

-¡Dale, pues! ¡Móntate! –chilló napoleónicamente Nico-. Así no te recuestas tanto de mi Monti. ¡Pero mantén el cigarrillo fuera!
-¿Cuándo he hecho lo contrario?
Los bolsos siempre eran más pesados luego de trabajar toda la noche; siempre más bulto que peso. Sin mucho cuidado los metí en la maletera y me senté dentro de ‘Monti’. El cuero blanco estaba frío como el fuerte de níquel en el cielo. Arrancamos.
Un “¡Gracias! ¡Buenas noches!” salió de mi boca al momento de pasar por la caseta de vigilancia, acompañado de un batir de mano. Un tono tan infantil que inmediatamente me arrepentí de haberlo dicho.

La ciudad dormía excepto por mí, Nico y Monti que aullaba cortando el aire entre las calles tristemente iluminadas, más por los anuncios que por los escasos faroles. Hacía poco que mi cigarrillo se había consumido y ya extrañaba el humo en mis pulmones. El aire frío me pegaba más en la garganta.
‘La ciudad galpón’ es ésta, llena de mentes mediocres, cuerpos fofos, sobremaquillaje y bigotes de rata. Por alguna extraña razón sigue atada a mí, con su panorama plano y gris tapizado de ceniza e hipocresía.
-¿Cuánto trabajamos? ¿Ocho horas? ¡De siete a tres!
-Yo, doce. ¡Ah! Gracias por recordarme. Toma... Ya no te debo – dije mientras le pasaba 500 bolívares que tenía en el bolsillo de la chaqueta.
-¡Ah! ¡Mi güisquicito!
-Sí, bueno, trata de comprar algo de comida también, ¿no?
-No sólo de pan vive el hombre –y aparecieron ocho pares de dientes inmaculados detrás de una sonrisa que podría haber ofrecido un reo de la prisión de Uribana al admirar un chuzo recién forjado.
-E increíblemente aún sigues vivo.
Una casa. Otra. Monti me arrojaba el frío en la cara. Una licorería. Pude haber comprado cigarros ahí, parecía abierta. Un gato buscando sexo. Basura. Siempre basura en la calle, rodando sobre la acera alrededor de los negocios y frente a las casas. Como la gente durante el día.
La gente es como la basura.
La gente es basura.


jueves, 21 de julio de 2011

El Diablo tiene dientes perfectos

Sé que Belcebú tiene dientes perfectos. Lo sé.
No me lo contaron. Lo vi.
Retrae un poco el labio cuando sonríe, eso sí. Papá le decía Shark Smile a ese fotograma. Sin embargo, es una sonrisa agradable, cálida. Invita a conversaciones largas y reflexivas con una copa de buen Merlot delante. Tengo la misma cualidad, pero mi sonrisa no invita a nada de eso. ¡Ni cerca!
Se sentó a mi lado, enérgico, buscando conversación como un viejo amigo que te conoce de toda la vida. ¿Qué le podía decir? ¿Vete? ¿Estoy ocupado? ¿Estoy cansado? Sabe que no estoy ocupado. Sabe que quiero hablar con él. Y sobre todo, sabe que estoy cansado. ¡Él sabe! Es el Leviatán, el Caído, el Iluminado... Yo lo trato de Asmodeo. Modi, para los amigos.
Pues, Modi simplemente quería conversar. Yo quería escuchar. Quería hablar, de hecho, pero él tiene maneras tan sutiles de intimidar. Te habla como si nada. Aunque intentes encarecidamente de disimularlo, sabe que estás asustado.
¡Oh, y le encanta!
¡Oh, y lo nutre!
Me quedé sentado, oyendo, contestándole en mi mente. Igual estoy seguro que oía. Yo trataba, eso sí, de no mirarlo mucho. ¡Me aterra! Si lo miras, te pierdes. Me ha pasado antes, te digo. Uno tarda meses en volver a encontrar el camino, si es que en realidad encuentras tu camino de vuelta.
Se divierte, entonces. Se divertía con mi disimulo. Sonreía con dientes perfectos y yo lo sabía; se divertía. Y él sabía. Eso lo engolosinaba.
Me habló tonteras, nomás. Tanteando. Sus ojos, lo sentía, me acuchillaban, me escaneaban. Retraía el labio mientras las nimiedades iban y venían. Lo que pude articular era para buscar control de la conversación. Control que nunca tuve ni he tenido.
Pero, repito, él sabe que estoy cansado.
Él sabe que voy a escuchar.
Ella sabe que me quiero perder.


martes, 19 de julio de 2011

Sueño en una Biblioteca

¿Dónde podrá encontrarla de nuevo?
Como un sueño apareció. Rodeada de viejos fantasmas poetas, filósofos, graciosos, ante los ojos de un hombre joven, quien no pudo siquiera ocultar el rostro. La boca entreabierta reflejaba un corazón incrédulo. Los ojos, el miedo a más nunca verla; a jamás volver a contemplar su pálida belleza, su mirada azul.
Ella lo vio. Como en un sueño se acercó suavemente, tiernamente, y lo envolvió con sus brazos, recostando la cara sobre su golpeante pecho, como si hubiese sentido la pena, el dolor, las ansias por besarla, por tenerla… El miedo a perderla. 
Finos dedos, suave terciopelo, le acariciaron el cuello, el rostro, los labios, mientras inevitablemente se enfrentaban. El azul intenso le acariciaba profundamente sus ojos simples.
Ella le acercó los labios lentamente, suspirando suave sobre los suyos, y, por un breve instante, un maravilloso instante, pudo sentir su cálido aliento, tan dulce, tan humano, deslizarse entre sus dientes.
Pero su corazón olvidó que existía razón, y aún a sabiendas de lo que iba a pasar, cerró los ojos... Y como un sueño, desapareció. Cuando aún el dulce soplo le acuchillaba el alma.
Sólo quedaron los testigos: Sócrates, Dante, Neruda, de la Barca.
Sólo quedaron los fantasmas.
Jamás podrá extrañar su voz.

        Jamás podrá extrañar sus labios.

¡Pero cómo extrañará su aliento!

domingo, 10 de julio de 2011

Ale (I)

Era una noche fría. Fría y sin nubes. Luego de unos segundos vacilando finalmente cogí el último cigarro de la cajetilla y me lo llevé a la boca, saboreando con la punta de mi lengua el tabaco que pasa a través del filtro. “No vuelvo a comprar otra” me repetí por quinta vez esa semana mientras estrujaba el cartón rojiblanco tan fuerte entre mis dedos que creí que podría haberlo hecho polvo.
Sin nubes y sin brisa. Vi como la luna llena bañaba la cajetilla que rodaba por el pavimento al momento que el auto se detuvo frente a mí.
-Creí que habías dejado de fumar.
-Aún no estoy fumando – mascullé mientras acercaba la llama al cigarrillo apretado entre mis labios.
-¿Sabes que pierdes siete minutos de vida con cada uno de esos que te fumas?
Dentro del carro sólo se veían un par de hombros de caletero arropados con una chaqueta de cuero, y una cabeza morena detrás de un volante que apretaban unos nudillos peludos, bañados en luz plata. Dicen que un Montecarlo compensa el tamaño de un hombre. Al parecer Nico se lo tomó en sentido literal.
-Pierdo más tiempo discutiendo esas tonterías contigo.
-¡Vamos, Ale! Sabes que lo digo por tu bien. ¡Me preocupo por ti!
-Quizás si tu voz no fuese tan chillona te haría caso – le dije entre humo al hombrecito, quien parecía tener el mismo ancho que alto, y en realidad no dudaba que pudiera ser así, mientras me daba la llave de la maletera. Levanté con dificultad los bolsos y comencé a rodear al sedán vinotinto.
-¡No, no, no! ¡No te vas a montar con eso prendido!
-Esperaremos los otros seis minutos aquí afuera entonces, Nicolás.
Fría. Sin nubes. Sin brisa. La luna grande como un fuerte, brillando dura e indiferente en el cielo. Inhalé profundo una bocanada, suspirando el sabor de la madrugada.

domingo, 30 de enero de 2011

TEMPUS EDAX RERUM


Antes escribía tanto. Escribía por todo, por nada, por amor, por deseo, por rabia, impotencia o temor. Por odio. Escribía, sí.
Tengo meses con Ale. Meses y no he escrito más que algunas palabras por día.
"Era una noche fría. Fría y sin nubes. Luego de unos segundos finalmente cogí el último cigarro de la cajetilla y me lo llevé a la boca, saboreando con la punta de mi lengua el tabaco que pasa a través del filtro. “No vuelvo a comprar otra” me repetí por quinta vez esa semana mientras estrujaba el cartón rojiblanco tan fuerte entre mis dedos que creí que podría haberlo hecho polvo."
Qué original la primera oración. Lo primero que pienso es en Snoopy: "Era una noche oscura y tormentosa". Línea inicial en 1830 de una novela de Edward Bulwer-Lytton. Así que es cierto lo de Jung; todos nacemos originales y morimos copias.
¿Cuándo fue 'antes'? ¿Hace cuánto? Ayer no fue antes. Newton decía que el tiempo fluía, que se podía navegar. Kant decía que el tiempo, al igual que el espacio y los números, era parte de una estructura mental, por tanto no fluía y no era medible. ¡Qué tal!
Me uno a Kant. Por lo menos en este período de tiempo mientras no podamos navegarlo o medirlo. Alguien más que no recuerdo, pero que Sagan citó, dijo que en realidad sí somos viajeros del tiempo, navegando en este momento sobre sus olas siempre hacia adelante. No seremos salmones, entonces. No por un tiempo, valga el chiste que entenderán los átomos de Cesio.
Pero divago. Antes. ¿Cuándo fue? ¿Ya no tengo nada entre pecho y espalda? Estrés, edad. He visto viejos estresados que escriben ¡y escriben del carajo! Si tan sólo supiera cuándo fue antes. Pero sigo empeñado en respaldar a Kant. Si le hiciera barra a Einstein o Newton seguro que ya lo hubiese ubicado.
¿Qué me impulsaba que ya no lo hace? Puede que sea lo contrario. Quizá el tiempo que devora todo me arrastró a la orilla de la expresión. Ahora como soy más expresivo necesito menos mis dedos y más mi boca... Suena forzado, me di cuenta.
¿Necesitamos secretos y depresión para ser creativos? ¿Hay creativos felices? A mi mente llegan muchos artistas y artesanos, excelentes y maravillosos... Y deprimidos... Muy deprimidos todos. Suicidas, homicidas, esquizoides. Los felices como que terminan siendo Ken y Barbie (marcas registradas, derechos a Mattel (C)).
¿Quién quiero ser? ¿Ken o Kant?